sábado, 7 de abril de 2012

Un día en Chacabuco

Quiero expresar la emoción de recorrer los pasos de mi abuelo por el ex campo de concentración Chacabuco, aunque ya de éste queda muy poco, se han encargado de borrar los vestigios del dolor y sufrimiento de las personas que por él pasaron durante los años 70.
Apenas se divisan los números de los pabellones y las casas han sido desmanteladas, no existen los comedores, baños ni la iglesia que los albergaba.
No es fácil creer que por ese lugar en medio de la nada estuvieron tantas personas, privadas de sus familias, privadas de sus pertenencias y de sus ideologías. Pero no me cuesta entender que debía ser muy lejos para callar las atrocidades que se les ocurría hacer, para que nadie se enterara.
La mayoria de estas personas eran como mi abuelo, personas sencillas, profesionales que se organizaban en grupos, y obligados a nombrar un jefe, el que asumía la responsabilidad ante los militares, por ello nadie quería ese rol. La defensa militar esta vez iba en contra de quienes debía proteger, los civiles.
Encontré los paisajes tallados en madera de oregón por mi abuelo, pero caídos, borrados y olvidados, costó reconocerlos, para ello tuve que recorrer varias veces los mismos pasillos, pues para callar hay que destruir, asi al parecer estan acostubrados.
A pesar de ésto, no me cansaré de reconstruir el pasado.